Hasta que llegó su hora (1968) Sergio Leone (Italia)
"Now I gotta go", bien traducida al español con un potente "Yo ya he terminado aquí", brillantísima escena, movimiento de cámara previo en interior que empequeñece las tomas aéreas en exterior de "El señor de los anillos" cuando la comunidad del anillo se dirige a las minas de Moria.
Hace un tiempo me refería a los primeros planos que usualmente emplea Michael Haneke comparándolos con los que hace Sergio Leone. En esta podremos volver a disfrutarlos. Posee maestría incuestionable en acercarnos a la acción con el empleo del primer plano, en silencio, cediendo toda la carga en la expresividad de los actores, cediéndoles el protagonismo y lucimiento que merecen por derecho propio, al estilo del mejor Wong Kar-Wai de "Deseando amar" por ejemplo, cediendo el protagonismo al cine, a la imagen, a la sabiduría del artista que sabe lo que quiere.
Película enorme. Después de la trilogía del dólar, Leone nos entrega una obra en la cumbre del western. Un western muy cuidado, excepcionalmente cuidado, tanto en exteriores, como en viviendas, como en vestuario. Haría bien Guillermo del Toro en aprender como se puede ser barroco en determinados planos sin esa sensación recargada, que asocio más a relleno que a talento.
Estamos frente a una película ciertamente larga, lenta en desarrollo, en la que se toma su tiempo para relatar la historia de una venganza, la historia de un propósito, que a su vez tiene las intersecciones de vida genialmente compuestas. Es un reloj mecánico que construyó un orfebre de la relojería al que le apasionaba su profesión.
Henry Fonda actúa, lo que se le pide a un actor y que no ocurre siempre. Por momentos asistimos al gran Henry Fonda de "Tierra de audaces", aquel que le robó protagonismo al protagonista, a Tyronne Power. Un Charles Bronson espectacular, con algún plano que rinde pleitesía a otro gran cásico del género como "Los 7 magníficos". Jason Robards llena la pantalla, nadie puede con sus miradas, con su cansino y sabio hablar, con esa expresividad que convierte el cine en arte, que convierte a un actor en lo que es. Una Claudia Cardinale que ante tanto monstruo queda empequeñecida pese a ser la primera que aparece en los créditos iniciales. También está el rol del constructor del ferrocarril, Gabrielle Ferzetti, que debe cargar con la limitación de la minusvalía física dotada de la ambición por unir dos océanos.
Es una película que narra ambiciones dispares, que narra sentimientos que aglutinaron los colonos, personas que por distintos motivos acudían a la llamada de la aventura, de la oportunidad, de la vida incierta.
Fue una época de grandes películas del género, una época que echo de menos y que en lo reciente "Bailando con lobos" recuperó en épica, la épica que merece la colonización de EEUU, a la que también podemos añadir el reciente remake de "Valor de ley" del 2010 como raras avis de nuestros días en lo que concierne al western clásico.
Leone, que en su trilogía del dólar, "Por un puñado de dólares, "La muerte tenía un precio" y "El bueno, el feo y el malo" contó con un Clint Eastwood que se forjó una legión de admiradores, rehúye contar con el actor fetiche de sus éxitos, evita contar con el buen hacer de Elli Wallach en la tercera, y con el Lee van Cleef de las dos últimas, sustituyendo el trío por Charles Bronson, Jason Robards y Henry Fonda respectivamente, consiguiendo el propósito de lograr de nuevo una obra maestra del Western con distintos actores en roles miméticos y exigiéndoles actuar sin diálogos por muleta, que Leone sólo deja las muletas al que actúa con la minusvalía a cuestas. Sin duda se ganaron lo que cobraron.
Morricone no hace nada nuevo, sólo vuelve a estar magnífico, en su línea que no es otra que la excelencia. Magistral.
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