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miércoles, 31 de julio de 2013

Das weisse band (The white ribbon)

La cinta blanca (2009) Michael Haneke – Alemania

No estoy seguro de si la historia que voy a contarles es totalmente cierta, mucho lo sé de oídas, pero después de tantos años sigo sin descifrar algunas cosas e innumerables preguntas siguen todavía sin respuesta, pero creo que tengo que contar los extraños acontecimientos que tuvieron lugar en nuestro pueblo, ya que posiblemente podrían aclarar algunos de los sucesos que ocurrieron después en este país

Es la introducción del narrador a “La cinta blanca”. Haneke lo deja abierto, a nuestro albedrío, que nos respondamos a qué sucesos se refiere.

Tratándose de la Alemania en puertas de la I Guerra Mundial, girando la historia en torno a padres e hijos, resulta inevitable evocar el cercano nacimiento y proliferación del nazismo, poco albedrío nos queda. Dejémoslo en “albedrío aparente”, sutileza que nos dedica nuestro amigo Michael.

Cualquier intento de justificación del nazismo es lícito calificarlo de despreciable. Malsano ejercicio en el que no debemos perder un instante de nuestro pensamiento, sin más porque no hay más. El destino existe, y Haneke nos intenta transportar a lo predestinado, como siempre de forma engañosa, parcial, consciente y punible.

Si obviamos este detalle, no menor, pero si detalle, encontraremos  una película nada desdeñable, una buena película, cine muy bien hecho y una historia que me ha gustado.

Conociendo algo del cine de su director, no podemos esperar nada que no forme parte de su universo pecaminoso, insano, dominante, autoritario, sumiso, desviado,… pero, en este caso,  al abrigo de una época que lo contenía en medida y que parcial o totalmente también forma parte de la nuestra.

Es lo que muestra sin abrir la filmación al universo. No nos permite una visión más cierta, menos direccionada, más completa. A tener en consideración que nos habla de un pueblo y de la globalidad que ocurre en él, en toda su población.

Todo acontecerá en un pueblo alemán. En él dibujará los personajes,  y así iremos conociendo al narrador de la historia, profesor del pueblo; el pastor y su familia, líder espiritual de la comunidad y padre de dos hijos, entre otros, en los albores de la adolescencia, adornados con guirnaldas que focalizarán nuestra atención; el barón, la baronesa, su hijo y los mellizos; el médico y sus dos hijos, la comadrona y su hijo deficiente, algún campesino que verá alterada su familia, también con hijos, el administrador, ¡cómo no!, con hijos, y alguna nota policial a los que no supe ver si también los tenían. Persistencia e insistencia en los hijos, herederos de su subliminal y despreciable mensaje.

Y Haneke, no sólo condiciona el destino, sino que su cine no deja nada al azar, está todo medido y calculado, lo bueno, lo menos bueno, y un mucho de malo.

Dentro del conjunto, la historia irá describiendo a cada personaje, sus miedos, sus creencias y convicciones, sus carencias, sus deseos más repulsivos, y una cinta blanca que unido al deficiente es lo único que destila pureza, ingenuidad y bondad.

Haneke deja la pureza en manos de lo inerte, bien por ser meramente un objeto, la cinta, bien por no disponer de mente, el deficiente. Nos viene a decir más o menos que todo ser dotado de razón es impuro. Su maximalismo unidireccional me pone enfermo.

Filmada en blanco y negro, preciosista en la ambientación, en este caso con exteriores que trasladan dicotomía, residiendo siempre los claros sobre objetos, campos de trigo, transcurrir del cauce de un río, o caminos del pueblo,  y los negros sobre las personas; con el empleo de la oscuridad no sólo en las búsquedas nocturnas que acontecen, sino también en las viviendas de habitaciones no iluminadas. Todo de impecable fotografía, que nos lleva a una visión aséptica, definición que atribuyo a mi buen amigo Cristóbal y apropiada en global para describir la forma de filmar de Haneke.

En verdad, Haneke, muestra, y tanto que muestra, pero sólo lo que a él le interesa mostrar.

Tenemos por delante un relato de intriga, que seguiremos con interés y que narra con maestría.

Existen multiplicidad de escenas dignas de ser recordadas, a citar la cena inexistente en casa del pastor ante la tardanza de dos de sus hijos, los de mayor edad; el tratamiento de la muerte de tres formas distintas, una en una disertación entre hermanos que a mí no me ha convencido, pretenciosa, simple y mal terminada, y otras dos, mudas, una de un adulto y otra de un niño frente a un cadáver, sin que lo que escribo sea spoiler en caso alguno, que la obra no va de muertos ni de muertes, pero si con la muerte presente en su ideario, muerte a la que dará cancha a sus anchas en “Amour”, posterior a “La cinta blanca”.


También disponemos de un diálogo entre médico y comadrona memorable y detestable; una fiesta de celebración de la recogida del trigo ante la casa del Barón, que traslada dominancia y sumisión por miedo a la hambruna, escena en la que el blanco aglutina dominancia y negro sumisión. Una referencia a la masturbación nada sorprendente, y actitudes de machismo intermitente, que bien debían haber sido de machismo persistente, de machismo dominante.


Los actores están todos en un buen nivel, ningún papel predomina a excepción del líder espiritual que quizás es el que tiene más minutaje, pero a diferencia de “Amour “, “La pianiste” o “Funny games” no existe rol femenino protagonista que acapare la obra.

Me gustaría decir que jamás volveré a ver una película de este director, pero años y prudencia, dejando al margen afición, me hacen decir nunca digas nunca, digamos un ya veremos.

En resumen, buen cine, muy buen cine, buena historia, con un final ambiguo, que nos mantendrá interesados. Cine muy bien hecho en el que si obviamos la introducción, podremos disfrutar de una intriga expresada con ritmo pausado, al ritmo del hacer de un pueblo.

Si gustas de lo bien hecho se debe ver. Si gustas de historias completas la puedes obviar, Haneke siempre es parcial, voluntaria y conscientemente parcial.

domingo, 28 de julio de 2013

Mutación. Un episodio perdido.

Al final mutaré el blog.

Yo quería hablar de cine, sólo de cine. Ha pasado semana larga y ya hablo de lo que siento, algo más íntimo, que no secreto.

Si de secretos hablo, no, no me gustan; me coartan libertad, la de los míos, la de lo mío y... lo mío es de todos, de todos a los que se lo quiero entregar, que no son todos.

Quiero y anhelo, y lucho, de manera insistente para ser más libre y es posible que mi sino sea la hambruna social.

Lejos de decir un no me importa prefiero expresar un yo lo elijo, porque soy consciente de mis decisiones y las asumo para con mí, con mi familia y con los que me son más próximos, pero estoy dispuesto a vivir, a intentar que mis hijos no sientan temor a lo que quieran ser, que lo sean, que la muerte es simple consecuencia de vida, y que vida no vivida no merece ser vivida, que es purgatorio en vigilia.

Si preso estoy de la sinrazón ellos son los que deberán decidir, como tantas y tantas veces debemos y hemos debido hacer.

Después de una intro propia de un petardo, que no me he fumado, ¿qué quiero decir?, pues que os dejo un vídeo que me ha impactado, que me ha dado un plus, una confirmación, un sentir que letras no trasladan.

Os pondré el link, lo compartiré, y la brutal metáfora de libertad que mi mente siente y que me obliga a difundir.

Leí en el blog de Francesc Cornadó la tríada igualdad, fraternidad, libertad, y da tanto que pensar que ni ganas de pensar tengo.

El vídeo, que está bien montado, que tiene música que inspira libertad, que se desarrolla en un abierto que es cerrado, ha calado tan hondo en mí que no puedo más que rendir admiración, gratitud, fuerza, coraje, inspiración, persistencia, pureza y mucho más.

No se qué os trasladará, aunque, educadamente, tampoco me importa, porque no hay pretensión, sólo difusión y que cada uno lo sienta como deba. 

Siento un... un... cómo decirlo, un que  cada uno decida su vida, sin construirnos una ajena, sin justificarnos, sin escondernos, viviendo la nuestra, no la de otros, no una prestada, si una aceptada, no una subyugada, no una sumisa, ¡no!, no la de días de fiesta, sino la de siempre, la intransferible, con personalidad, con determinación, con ilusión, sin peajes, con transgresión, con respeto, con ganas de más, intentando ser mejor para uno mismo y para los demás, sin complejo, con aceptación, sin sentir inferioridad, sabiendo vivir, queriendo vivir, dando vida.

James y su Parkour, James y su libertad.

Tuve suerte de verlo montado con Tourist y su Placid acid de fondo.

Es un exceso visual que adicciona, me veo en sus sombras y quiero estar ahí, sentirme ahí, reconocerme ahí.





viernes, 26 de julio de 2013

Funny Games

Juegos divertidos (1997) Michael Haneke – Austria

Creo que para leer en plenitud esta opinión, es recomendable leer previamente las de  “Amour” y “La pianiste”, que es el orden de visionado que seguí de las obras de este señor.

“Funny games”…después de haber visto “Amor” y “La pianista”, veo “Funny games”, anterior a las dos que cito, la primera, la de 1997…

No veré la segunda, el remake USA, no tengo interés, me gusta Naomi Watts, pero para ver esto, pues como que tampoco. Además como está hecha también por Haneke, ocuparé el tiempo en algo más productivo, que mí tiempo es finito.

Me queda por ver una película de Haneke, “La cinta blanca”, la que me despierta más interés y la que quizás me haga cambiar de opinión.

Si ahora valoro la obra de Haneke, porque al final ya no hablo de la película, hablo de él, y hablo de él porque su ego no permite que hable del resto, ¿qué pienso?, pues, que para mí, es un trilero, es un tahúr de carta marcada, es un egocéntrico, que tiene capacidad para hacerlo bien, que lo hace bien, pero también hay gente que es muy buena en otros ámbitos que luego en su hacer es perversa, y no conviene a nuestra sociedad, y Haneke no conviene a nuestra sociedad, no conviene a nuestra sociedad porque la enfermedad está instalada en sí mismo,  es lo que me traslada Haneke, y el contagio no lo percibo como benigno.

Si la vida consistiera en sacar una bola de una urna para cambiar la nuestra, y estuviera obligado a extraer una, no desearía que mi bola fuera la de Haneke, con todo su éxito y su reconocimiento, prefiero sin dudar otra más cotidiana, menos brillante, más limitada, más gregaria. No quiero, no quiero ni este éxito ni este reconocimiento, yo no lo quiero.

Vamos a la película. Los actores. Pues como en las otras, como en “La pianista” y como en “Amor” están muy bien elegidos, son muy buenos y están muy bien dirigidos, y realmente el uso que hace de los primeros planos es apropiado y traslada con cierta facilidad, porque como los temas ya son transgresores y próximos a despertar un sentimiento entre repulsión, asco, temor, sorpresa e incomodidad, también lo hace más fácil. Quizás es mucho más complejo hacer una… una obra cómica y hacernos reír. Es más sencillo hacer sentir asco y repulsión, y  más si te centras en ello, y te explayas, y te recreas; él, de hecho, se recrea, se explaya y se centra.

Vamos a salvar a quien sea salvable. Vamos a salvar actores.

Ella, la madre, vuelve a ser más de lo mismo, lo visto en el papel de “La pianista”. De una brillantez bestial, como dije bestial en “La pianista”, que te lo hace llegar de manera que impresiona.

¿El papel de él?, el papel de él, el marido, es bastante flojo. Ni cuando tiene que rendir culto a la sorpresa lo hace de manera próxima, ni de una manera realista, pero bueno, es la que es, no todo el mundo puede estar al mismo nivel porque sino todos seríamos iguales.

¿El niño?, el hijo. Bueno, pues el niño sin tirar de brillantez defiende el papel, y cumple, cumple en una obra en la que no habría dejado o permitido que mi hijo participara. Esto también daría que pensar, ¿no?, y daría que pensar que igual que no se puede maltratar a un animal, pues mejor que hacer que el niño, hoy en día, esté hecho con efectos digitales, pero bueno, nos lo saltamos, que esto es una apreciación más dentro de una opinión.

Ya llegamos al papel de ellos, los de los juegos divertidos. Los de los juegos divertidos, ¿tienen fallos?, pues si, tienen fallos. Tienen fallos porque todo sale como ellos pretenden… porque la película lo pretende, y desde ese punto se hacen dueños de una casa que desconocen, sin un físico especialmente afable, sin nada que los haga propietarios de nada de lo que va a suceder o acontecer. Uno de ellos, también está a un buen nivel, próximo al de ella, la madre, pero ya llega de nuevo el director con su afán de protagonismo para que todos volvamos a rendirle la pleitesía, esa pleitesía que no es que  me niegue, que no es que le niegue, que ya no es fruto de la repulsión que quiere causar, sino que es un paso un poquitín más allá, un pretencioso paso que sólo persigue estar por delante de todos, exactamente la antítesis de Wong Kar-wai director de “Deseando amar”, "2046",... la antítesis del arte comprendido como algo superior, algo limpio, honesto, terrenal y distante, al alcance de los capaces, y Haneke no reside ahí, omito en conciencia expresar donde reside.

El ego de Haneke arrasa con lo que tenga por delante, es el tsunami de “Lo imposible”, va a todas y no tiene límite, su límite estará en la muerte que es la de todos. Cuando muera, si muere antes que yo, no lo voy a echar de menos.

Advertido estoy de su cine e insisto que veré “La cinta blanca”, porque quiero verla y porque me gustaría cambiar la opinión que tengo de él, y me gustaría acceder donde mi capacidad no permite, donde mis limitaciones no me permiten.

Los títulos de sus obras. Las tres que he visto, una es “Amor”, otra es “La pianista” y esta “Juegos divertidos”, y… ¿qué me dicen los títulos de las obras?, pues que miente como un bellaco, que no va de amor, ni va de piano, ni va de nada divertido. Ya desde el título nos entrega más de lo mismo, que entremos engañados, para magnificar sorpresa si cabe.

Después de haber visto ya tres engaños, pues ya no, que en el cuarto no te va a engañar,  es incapaz de hacer una comedia a lo Billy Wilder. Este tío hace una comedia y salimos todos llorando de lo deplorable que ha sido la manera de expresarla, porque… porque es que, es que no está capacitado, es que no sentiría… no sentiría nada al hacerlo, por tanto todos acabaríamos diciendo ¿qué has hecho Haneke?, eras tan bueno y ahora ¿qué sucede?

Abusa de primeros planos y no es que abuse, porque la palabra tampoco es abusar, he dicho abusar y tampoco es abusar. Se aprovecha de primeros planos para dar una mayor carga, un mayor énfasis a lo que está ocurriendo. Estos planos los tengo vistos, mejores, en Sergio Leone; si me voy a “El bueno, el feo y el malo”, contiene un final apoteósico que da cien mil patadas a cualquier primer plano que haga el Haneke, y no sólo el final, también me viene a la memoria el principio, cuando tres individuos van en busca del que sería el feo, y la película empieza con un primer plano, que he recuperado para vosotros, de una brillantez y atrevimiento tremendo. Corolario: “nada nuevo o mejor, Haneke”

Haneke hace esos planos, y en verdad rostro y  expresividad de actores nos entregan lo que pretende, porque tampoco hay duda que cuando lo hace, lo hace con todo el sentimiento para trasladar lo que nos da. Otro tema es que lo que expreso, que lo que me da, me importa una puñetera mierda y no le voy a conceder ningún mérito que no se gane.

Por fin nos llega la hora del recreo. El recreo es ese espacio divertido, y como Haneke es tan divertido, pues  ¿qué nos va a hacer Haneke? ¡Exacto!, Haneke se va a desmadrar, y dentro del desmadre de Haneke ¿qué hay?, un ¡vamos a interactuar con el espectador!, ¡vamos a hablarle al espectador desde la pantalla!, desde ese sentimiento de temor, de asco, de indefensión, de miedo, de repulsión, desde ahí me voy a dirigir a ti, a vosotros, para que lo veas  un poquitín más cerca, ¿no?, para que estés más metido, por si no lo estabas bastante yo te meto un poco más. Como he visto ya dos, me digo ¡no me pillas!, ya no me pillas porque estoy fuera, estoy fuera de tu pretensión y al estar fuera de tu pretensión empiezo a ver todo de manera, no más distante, sino más crítica, mucho más crítica. Ya no voy a estar pendiente ni de cómo lo haces, ni de cómo lo filmas, sino de ¿qué pretendes?  Y lo que pretendes sigue sin interesarme, ya no te hago mucho caso Haneke, no te hago mucho caso y me chirría todo. Cuando das esta vuelta de tuerca ya estoy en un punto donde me parece algo… ¿la palabra?... ¿cuál es la palabra?, me parece…, me parece algo  estrafalario.

Sigue sin tener suficiente, porque como el tío no se sacia, él sigue a lo suyo y hay otra escena, otra en la que tienes un plano de cámara fija que durará entre 120 y 180 segundos, para que el espectador pueda dar rienda suelta a sus emociones, a su pensar, como asistir en primera línea a cómo han metido a Cristo en la cruz y está ahí colgao. Vale, vale, de acuerdo,  vamos a untar pan, Haneke, en esta salsa que nos has preparado. Hace rato que estoy fuera y aún queda minutaje, más o menos como ver una peli de terror sin efectos de sonido.

El final es más de lo mismo, crónica de lo anunciado. Bien, sintetizado de manera temporal y nunca mejor empleado porque hay una franja horaria donde debe ocurrir un todo, y un vuelta a empezar, un vuelta a empezar en una espiral que seguro tiene final en una vida real y que ahí también lo tendría; en la que no podemos negar su ocurrencia porque podría acontecer, pero es como aquel que coge un periódico antiguo, unos periódicos en los que había unas páginas que se denominaban sucesos, hoy le llaman sociedad,  y lo primero que hace es leerlas con morbosidad para acto seguido partir a las páginas de las necrológicas y luego, luego se miraba algo más hasta que llegara a sus manos el próximo ejemplar.

Haneke hubiera sido un buen director para un periódico que se llamó “El caso”, un periódico que en su día tuvo su triunfo, su público,  y que hoy ha mutado en los reality que dan por televisión, asistiendo a otros espectáculos de vida dantescos, que nos pueden causar más o menos repulsión.

No cabe duda que elige o hace mejor casting de los roles femeninos que de los masculinos, y así constatamos como Emmanuelle Riva en “Amour”, Isabelle Huppert en “La pianiste” y Susanne Lothar en “Funny games” son las que cortan el bacalao

¿Se puede ver la película?, bueno, no es apta para todos los públicos, y no sólo por razón de edad. Es un tipo de cine en el que lo que narra no aporta nada, nos vuelve a querer quitar, a quitar desde un contexto que no voy a decir parcial, voy a decir circunscrito a algo que él no desea ampliar, que quiere focalizar y no sale de ahí. Nunca quiere que veas que hay detrás porque siempre pretende que veas lo que muestra, y no es que lo consiga es que no nos ofrece  más. Sigo sin rendirle veneración de ningún tipo, sigo pensando  que es un egocéntrico, un narcisista, que abusa y se instala en la comodidad, en su habitat, en una habitación que nunca ha querido ventilar.

Cualquiera que haya llegado a leer hasta aquí debería hacer el ejercicio de ver una película francesa del 2005, "13 Tzameti" y tendrá un buen elemento de contraste. Dispondrá de otro ejercicio de cine durísimo, pero mejor en términos de persona, en términos de espectador, y si al arte de hacer cine nos referimos, al nivel de Haneke, nada inferior. Otro día hablaré de ella, lo merece.

Termino, veré “La cinta blanca”, deseo cambiar mi opinión, último cartucho que me queda, último que le queda.

Vaya tela mirar su cine.

Nos vemos. Nos leemos. Ciao.

lunes, 22 de julio de 2013

Fa yeung nin wa (In the mood for love)

Deseando amar (2000) Wong Kar-wai - Hong Kong

“Reinaba la intranquilidad. Ella, tímida, inclinaba la cabeza para que él se acercase. Pero a él le faltaba el valor. Ella dio media vuelta y se alejó.”

Hay películas con comienzos que valen el precio de toda la entrada. Me vienen a la memoria, sin pensar, "Los duelistas" de Ridley Scott y la intro de "Trainspotting".

Peliculón. Cine en su máxima expresión.

Por si fuera poco tenemos para elegir, además de cine espléndido tenemos a disposición guion, fotografía, música, vestuario, actuaciones, ¿quién da más?, una bacanal en toda regla.

La dirección es brillante, inimitable, genial.

El tempo es insufriblemente rítmico, quieres que suceda y sucederá, sí, sucederá… lo… lo que deba suceder.

No hay nada previsible, sólo una atmósfera que te atrapará en un sentimiento melancólico.

Uno cree darse cuenta de lo poco que hace falta para ser feliz, y de lo mucho que cuesta.

Magistral.

Tony Leung Chiu Wai y Maggie Cheung imparten lección si eres actor, destilan sentir si eres espectador.

La acción transcurre en los sesenta, inicia en Hong Kong, punto de partida y desarrollo principal, hay fugaces menciones a Singapur,… da igual donde ocurra, lo importante es que nos ocurre.

Viven en habitaciones realquiladas. Las habitaciones son su mundo privado, las estás viendo y no sientes opresión, no sientes claustrofobia, porque ellos no te la hacen sentir, nunca les falta espacio; raras veces el espacio tiene tan poco protagonismo siendo tan protagonista, me rindo a lo evidente, al espectáculo de un genio.

Veremos cómo predomina el color, la  diversidad de colores, cálidos y fuertes y no te sientes agobiado. Lo único que traslada es amor contenido, limpieza, amplitud, higiene, elegancia,  una elegancia cautivadora, una elegancia, no de domingos de misa, no de visitas a casas de conocidos, no de exhibición, sino de vida, de una exquisitez envidiable, de una exquisitez que envidio.


Relata la historia de dos matrimonios sin hijos, en los principios de su relación, en los principios de su lucha por abrir camino, de personas capaces y capacitadas; de cónyuges que necesitan más que otros, de cónyuges que soportan más que otros, de cónyuges que aceptan con  relativa, calmada e incómoda abnegación, de cónyuges que lo viven diferente, de cónyuges que anteponen su yo al tú.

¿Será la educación familiar?..., para nada. Es su sensibilidad, es su manera de aceptar el presente y de condicionar el destino, es su forma de aceptar la vida, sacrificar lo que uno desea por lo que cree que uno debe; fieles a un compromiso, absurda,  triste y respetuosamente fieles, ¿fieles a qué?, fieles al qué dirán, fieles a sus carencias. Es insufrible, les ves con un talento inusitado para sentir, para la sensibilidad, para vivir en plenitud, y la disciplina y su esfuerzo queda dedicado a minorarlo, a borrar cualquier rastro, a negar y negarse lo merecido, lo deseable, lo más humano para aquellos que somos más mortales, menos excelsos… pero más valientes.

El director hace pasión de su profesión, nos ofrece planos maravillosos, inverosímiles, que devoramos con gula, con el deseo de lo insaciable, con extremismo.


Podremos ver como la luz, el vestuario y lo que un genio quiere mostrar fruto de su talento es capaz de hacer dónde no crees poder hacer. Las tomas en espacios en los que no hay espacio ofrecen vida; la lluvia sobre el suelo es limpia, es un llanto limpio; la sexualidad sólo existe como unión del verbo amar, del deseo de amar, deseando amar, me gusta mucho la traducción del título al español, muy acertada, al nivel que merece la película.

La música también está al nivel. Wong Kar-wai es tan poco ególatra que deja brillar todos los instrumentos manteniéndose en un segundo plano, escondiéndose, deseando esconderse, humildad y genialidad, más envidia siento todavía, ¡qué lección, dios de mi vida!


En resumen, cine brutal, cine que obliga a sentir afición, cine que cautiva, cine que engaña porque tardaremos en sentirlo de nuevo, cine que lamentas haber visto, cine del que sentirás envidia de quienes no la hayan visto al recordar qué sentiste al verla por primera vez.

Impresionante... ¡Ah! y la envidia no es mala, sólo es malo lo que no es bueno. Saludos.

viernes, 19 de julio de 2013

La pianiste

La pianista (2001) Michael Haneke - Francia


Bueno, ya nos hemos castigado y hemos visto la segunda película del Mijael, o Michael o como se llame, Haneke.

Pues bueno, ¿ésta como se llama?, esta se llama “La pianista”. Yo quería ver “La cinta blanca” y quería ver “Funny games”, y al final he visto “La pianista”.

¿Qué decir de “La pianista”?..., qué decir de “la pianista” para no cagarte en “La pianista”, o para no cagarte en el director.

¿Lo hacen bien los actores?, si, lo hacen bien, lo hacen bien. El papel del chico no mata, el de ella sí, el de ella es bestial. ¿La madre?, bueno la madre está correcta sin más, y todo lo demás son víctimas o gente que pasa sin más sentido que estar cerca de ella.


¿Qué pienso de Haneke?, ¿qué pienso de Haneke?, pues no pienso bien de Haneke. ¿Qué es un buen director? No lo sé, no le puedo poner nota porque yo no lo soy y no he estudiado cine. ¿Como espectador?, me cago en él, me cago en él pero no por lo que hace, sino porque parece que necesita esto para hacer. Parece que necesita… no diría lo sórdido, diría lo insano. Lo necesita como persona, para realizarse y para obtener el sentimiento que le permita filmar, lo insano, y a mí no me hace falta, como persona no me hace falta lo insano, ni que me lo enseñen, porque siempre esperas que el arte te dé algo, y esto no me quita, me resta. Me resta porque aun habiendo escenas que creo capta muy bien, y que traslada perfectamente algo que pertenece a lo privado, que por un momento estamos viendo aquella…, no diría intimidad, no diría intimidad, yo diría… aquellas ganas de que nadie vea lo que estás haciendo, que nadie sepa qué estás haciendo, esconderte, pues lo capta; hay una escena en el cuarto de baño de ella, que tampoco explicaré, pero… pero me parece, de largo, lo mejor de la película en cuanto a lo que traslada; hay más momentos pero serían mucho más cuestionables, y podríamos estar hablando de si sí, o de si no, que yo me inclino por el no.

¿Qué existe esto? Por descontado que existe lo que explica. Existe lo que explica  y muchas cosas más que no explica, pero por ejemplo sin… sin ir más allá creo que se puede leer a Pablo Coelho y también nos lo explica, y nos lo da con más plenitud, y nos lo da de una forma diferente, de una manera que sí que es más educativa; el Haneke no educa, el Haneke muestra, y muestra de una manera parcial. Parcial porque la historia es así, él no la puede cambiar pero él es el que la elije y la historia es así. El otro día hablaba con un amigo y le decía: “tú llevas a alguien a casa y le propones: ¿vamos a ver algo de cine?, y no le puedes meter una película del Haneke porque lo destrozas” Es decir, has de avisar muy y muy bien y has de saber muy bien con quien estás para ver la película, porque si la persona no está en un momento… pues predispuesto para lo que le vas a echar encima, o la acabarás parando, que es lo más probable, o acabará deshecha.

No es una película para verla antes de ir a dormir, yo la he visto, justo antes, y no estoy durmiendo, estoy hablando de lo que me parece que escribiré. Entonces, si la valoramos como cine, todo esto que decimos y tal, ¿qué nos ha parecido? Pues que sí, está bien, es correcta, tampoco para tirar cohetes, ¿ok?

¿Que lo filma?, sí, ya vi “Amour” de él y ahora he visto esta. Dentro de interiores, dentro de las viviendas maneja y se maneja bien con la cámara, por tanto he de pensar que  “Amour”, que es posterior, ha vivido, de momento, de lo visto aquí con “La pianista”, de haber movido las cámaras dentro de lo que es una vivienda, dentro de lo que son espacios cerrados, porque prácticamente espacios abiertos en la película no hay, o hay muy pocos, y los pocos que hay no son especialmente destacables en nada, que tampoco la película necesita, ¿qué quiero decir?, que no es que lo esté criticando, es que es lo que es, que si, se maneja bien, la actriz lo hace bien y te hace sentir, bufff, incómodo y muchas cosas, muchas cosas que pasan.

En cuanto a la película, ¿qué decir?, ¿los personajes?:

Ella
La entiendo, la entiendo. Dices, ¿es enfermizo?, hombre es… es, como decirlo, no es enfermizo, decir que está loca sería… sería hacer un diagnóstico rápido, ¿no?, como decir: “mira, me molesta, pues está como una puñetera cabra”, ¡no!; que tiene una desviación está claro, y por desviación no estoy diciendo malo, estoy diciendo lo menos frecuente, ¿de acuerdo? Por descontado que dentro de lo que yo catalogo para mi vida no es un comportamiento sano, no estoy juzgando a quien lo haga o lo deje de hacer, pero hay unas premisas que son el respeto y qué es lo que te encontrarás. Ella estas premisas no las tiene claras, no las tiene claras porque las traslada dentro de su entorno de una manera engañosa, de una manera que la gente ignora y por lo tanto el trato que está dispensando es muy parcial.

La madre (de ella)
¿La relación con la madre?… bueno, la relación con la madre no justificaría los actos, la relación con la madre justificaría otra parte de su vida que tampoco es la que la película quiere explicar.

Él
La relación con él, pues bueno, no, no, no está libre de ningún pecado él. "Él, experto cazador de conejos, nos dice: "¡mirad!, ¡mirad!, voy a cazar uno más" De repente, perplejos y acobardados, temerosos e incrédulos le gritamos: "¡que no!, ¡que no!, ¡que no es conejo!, ¡que es león!" Pero él, experto cazador, nos vuelve a aleccionar: "que va, que va, que es conejo nada más, pelín grande pero conejo como los demás. Escapó pero caza le daré" Y ahí se encaminó, ufano de rifle en mano, ese rifle que a tantos y tantos conejos abatió.

Ya decidimos dejarle, no por no advertir, sino por temor de bestia, instinto y que craso error provocará. Y así, cazador y conejo que siempre fue león entran en la habitación. Al cabo de 20 minutos, ya es tarde, el conejo nunca existió, la chistera nunca funcionó, y el león lo devoró, sin piedad, con fruición, con pasión, sin remordimiento, sin culpa, sólo instinto, nada más. Pobre experto cazador de conejos, disminuido de por vida se quedó" 


En resumen, ¿se ha de ver?, pufff,... ¿se ha de ver?..., si no se ve tampoco pasa nada. Si no tienes ganas de quedarte mal no mires esta película. ¿De qué habla? Diríamos que habla de sadismo, de masoquismo, habla de una aceptación que no quieres publicar, que no quieres hacer pública, y de la relación de esta personalidad con el entorno en el que vivimos, ¿no?, pues complicado, suficientemente complicado. Si hablamos sobre otros comportamientos que están más extendidos y que ya lo son, pues imagínate éste, es agárrate que vienen curvas.

Lo que decía, mejor mirarla de día que no de noche, si se sienta alguien en el sofá de casa,  avisadlo antes de que… no es que no sea película de palomitas, es que… es que no es película de comer nada, en todo caso un vaso de agua y…y bueno, todavía, todavía insistiré, todavía insistiré para cagarme del todo en el director este. A ver “Funny games” y a ver “La cinta blanca”, la primera porque parece que habla de una violencia extrema y gratuita, que también será cierta, porque quiero entender que será cierta, y la otra, la otra es la que tengo más interés del todo del todo, porque algo que he leído, y no en cuanto a críticas, sino en algún comentario, daba la sensación, de que…, y esto no lo sé todavía, y aunque lo vea la opinión tampoco querrá decir nada, pero hablaba de una justificación, de un intento de justificar el nazismo que en una época posterior llegó.

Bueno “La cinta blanca”, “The white ribbon”, nos la guardamos para el final, y una vez haya visto las cuatro películas del campeón este, pues si me he de cagar, me cagaré a lo grande, y diré lo evidente, pues que sí, que lo hace bien, pero que lo que hace no interesa, es parcial, es insano, y así como… como cuando recuerdo a mi querido Oliver Stone y digo que es el cronista de la historia norteamericana, pues a este le diré el cronista de lo insano, ¿vale?

Pues venga, gracias al que lo haya leído y bueno, es cine, hasta otra.

miércoles, 17 de julio de 2013

Breakfast on Pluto

Desayuno en Plutón (2005) Neil Jordan - Irlanda



El título es toda una declaración. El cine abarca un espectro tan amplio que antes uno debe saber qué va a ver. ¿Qué me ha parecido? Una arriesgada obra. ¿La volvería a ver? Ya lo he hecho, no pude resistir la tentación de verla sin doblar. Un buen papel para un buen actor, Cillian Murphy -Inception, In time, Perrier’s bounty, Retreat,…-

Saber de antemano que no será una historia contada de forma convencional es necesario para que podamos elegir el cuándo; sino, es posible que la decepción condicione nuestra opinión. Hay veces en las que uno desea un gran plato de pasta, y en otras un pescado a la sal; ¿verdad que somos los que elegimos?, ¡elijamos y disfrutemos!, que muchas, muchas veces el cine da mucho a cambio de muy poco. Algo tan evidente me ha llevado mi tiempo, lento que es uno.

Decir que “Desayuno en Plutón” es arte por infrecuente sería una necedad. Ensalzar una obra por su complejidad, otra de mayor tamaño.

Es un ejercicio audiovisual que consigue enlazar episodios de una vida, pocos años, que parten de una infancia terminal hasta unos treinta y tantos. En este periodo asistiremos en primera fila a un vaivén de situaciones que ya “Forrest Gump” nos mostró de forma más comercial.

La complejidad de “Desayuno en Plutón” es que no tiene dónde agarrar fruto del conocimiento popular, y además, cuando agarra, lo hace en situaciones próximas a las que nos regaló una y otra vez D. Pedro Almodóvar. No hay instante en que la sonrisa pueda ser eterna, no hay instante en que la tristeza embargue nuestro estado de ánimo. No hay una enseñanza de superación. No hay un modelo que seguir. Sólo muestra lo que hay, amistad, bondad, comprensión, personalidad, inteligencia, aceptación que no conformismo, y una mesurada dosis de valentía, una valentía racional.

Desde que se abre el telón hasta su caída asistiremos a un desfile de niños, terroristas, fronteras, conflictos políticos, disfunción mental, amistad, bondad, curas –los de iglesia-, adopciones, secretos adivinados, abandonos, viajes, prestidigitadores, sexualidad, policías, amor, interrogatorios, atentados, ejecuciones, baile, prostitución, travestismo, bebida, y clímax final consecuencia de una búsqueda vital que puede y arrasa con todo y con todos. La banda sonora que la acompaña es  lo que el vino a la comida, zapatito de cristal para Cenicienta.

Si alguien les dice que es una película gay, de culto transexual,… miente. Es una película que habla de una vida, en la que ser gay o travesti cobra la misma relevancia que ser enano u obeso, es un vehículo de denuncia. La sexualidad no es epicentro de nada, o al menos de nada que no lo sea también lo heterosexual, por lo que no estoy dispuesto a etiquetarla de esta forma; la obra trata sobre evolución, en un fragmento Neil Jordan lo dice alto y claro: ¿Por qué os llamáis los Caballeros de la Frontera?, porque la única frontera que importa es la que está entre lo que tienes delante y lo que dejas atrás

Relata el devenir de la vida de una persona dispuesta a aceptarse a sí misma y a luchar por una meta fija e inamovible, sin prisa y sin pausa, con desespero y perseverancia, sin desfallecer en el intento. Una persona amiga de sus amigos, con su círculo de amistades, sin nada particular que no forme parte de lo que nos rodea.

Patrick, Lawrence, Charlie e Irwin transmiten el mensaje, la denuncia, de forma amable, sin hacer uso de la emotividad, sin imponer nada al espectador, de manera abierta.

Los dos pasajes surrealistas forman parte de la creatividad y representan al pensamiento, libre, sin ataduras, ilusorio y bondadoso. El protagonista cuestiona lo cuestionable sin que en momento alguno imponga su razón, sin vehemencia, de forma abierta, parece que dejando que cada cual haga su camino y se tome el tiempo que necesite; él hace el suyo sin imponer nada a nadie, sin pedir responsabilidad de terceros para justificarse. Esta forma de actuar también tiene sus consecuencias, el devenir de Lawrence, de Irwin,… de la vida.

Neil Jordan se parodia a sí mismo, las conexiones con “The crying game” son múltiples: transexualidad, IRA, Irlanda, amistad, aceptación, evolución, denuncia... Empieza y termina la obra de la misma forma, por el final, y con la misma canción con la que empezó. ¿Casualidad?, seguro, seguro que no.

Cine muy recomendable, educativo, de aquellas que guardas para proponerla a tus hijos una sobremesa de esas en las que hablamos de vida, de respeto, de ética.

martes, 16 de julio de 2013

Spring breakers

Spring breakers (2012) Harmony Korine - EEUU

Antes del final me gustaba, con final pierde encanto. Ningún actor brilla, pero la historia convencía, y pese a ser pseudo marginal no le encontraba grandes errores. Adolescencia, desestructuración familiar, hastío, inconformidad, consumismo, insatisfacción, el nuevo descubrir, probar y probarse, saltar al vacío y... de repente, sin buscar, encontrar horma de tus zapatos cuando estás dispuesto a andar descalzo, es un escenario de vida creíble y posible, que no deseable.

Todo lo que muestra existe, es de verdad, aunque omite voluntariosamente peajes forzosos para dar ritmo a la filmación. Sus escenas, tomas, planos muestran con claridad qué se pretende. Si alguien se escandaliza o piensa en exageración no quiere conocer parte de un mundo real. Nuestro botellón sería una versión cutre, light y proletaria; la lejana ruta del bacalao parecido, y el imaginario de lo que ofrece Ibiza más de lo mismo; la noche pone siempre el resto. Siendo otra cosa, con intersecciones, es más redonda  “Alpha dog”.

Las actuaciones son flojas, excepción para Ashley Benson, pero el guión se sostiene sin ayudas, las imágenes se bastan y algún pasaje parece ser una ráfaga de instantáneas de “The beach”, sólo eso, que media un abismo entre ambas.

Como he escrito al inicio, el final me ha defraudado, lo suficiente como para sentirme desatendido, no voy a decir ni el qué, ni el por qué, para que cada uno que la vea lo valore por sí mismo. Como ejercicio de filmación no es nada despreciable, claramente me ha gustado la forma de mostrar la historia; como guión, tiene sus peros pero pasa el listón de la media.

Del mismo estilo en estos últimos tiempos diría que se encuentra "Salvajes" de Oliver Stone, mejor con diferencia en un todo, que ya es decir con la manía que le tengo al cronista de la corta historia norteamericana y a la par destrozador de historia ajena, léase "Alexander".

Volvamos a "Spring breakers". Spring breaker sería lo que aquí es la Semana Santa en referencia a vacaciones. No digo que escena me ha gustado más para evitar spoiler.

Una ironía es que gran parte se sustente en Disney, "Spring breakers" hace las veces de disolución de empalagamiento de la factoría idílica y ahí están Selena Gomez, Veronica Hudgens y referencia fílmica a Britney Spears, toma ya.

La banda sonora no está nada mal, suenan Skrillex y Cliff Martinez entre otros. Apropiada.

Verla no es perder tiempo.

lunes, 15 de julio de 2013

Parker

Parker (2013) Taylor Hackford - EEUU

Una de robos. Si esperamos ver una obra digna nos habremos equivocado. Si queremos estar un par de horas sin pensar, es lo que ofrece y acertaremos. Sin ser nada del más allá, "El último desafío" con Schwarzenegger es mejor.

J Lo es testimonial, floja, en su línea, de neón para promoción; en un fragmento nos la enseñan en ropa interior, de lo más forzado para la ocasión, anverso y reverso, pase más madurito que angelical de Victoria’s secret... ¡qué lejos de su sensual escena en "La celda" a la luz del frigo!, de lencería más mundana y creíble. Si tenemos en cuenta que hace las veces de divorciada y chuleada, próxima a perder la vivienda, pensemos que ha tirado de fondo de armario y que algunos miércoles estaba más predispuesta a enseñar qué se había puesto por la mañana, porque en caso contrario buscaremos razón en el surrealismo y erraremos sin remisión.


Vayamos a cosas más serias, Jason Statham tuvo unos inicios espectaculares de la mano de Guy Ritchie, después se ha dedicado a cumplir con su registro como en su día lo hizo Van Damme, Chuck Norris, Michael “American Ninja” Dudikoff,... y él da para más. Pienso que un cambio vendría bien a su filmografía si pretende ser algo más que un duro de pantalla que garantiza un rápido retorno de la inversión de productores. Lo hace y cumple, bien y/o muy bien, pero ya hoy resulta previsible y reiterativo. Si se le propone como recambio de Bruce Willis, guionistas y agente deben ayudarlo, le creo capaz; materia, registro y dotes demostró. Daniel Craig en su 007 o Matt Damon con su Jason Bourne, sin ser especialistas del género lo resuelven mejor, en un terreno más elaborado y no comparable con “Parker”. Puestos a tirar de pasado, prefiero el soplo nuevo que supuso "Transporter", o la alocada, diferente y no creíble "Crank. Veneno en la sangre". Llegados a este punto, cuando una película no tiene base, guión, ni nada que la haga diferente, veo más adecuado hacer uso de la exageración, a lo "Punisher (2): War zone", sin caer en lo grotesco del último, y difunto a fuerza de desmerecer un mito, John McClane. Palomitas y nada más es lo que nos ofrecen Hackford y Statham. Responde a lo que uno puede esperar, no sorprende en nada y al saco del olvido como tantas y tantas.

Mención aparte merece Nick Nolte, no es que sea testimonial, es que ni existe, cameo y engaño en cartel publicitario. Sin embargo merece la pena verlo porque es clara demostración de lo mal que llevan la edad, y las memeces que pueden llegar a realizar los actores con ayuda de cirugía y tontería a partes iguales. Se verá, con detalle, como le han dejado una nariz en la que no sabes si estás viendo a Nick Nolte o a Miss Piggy de los Muppets. Cuanto daño hace la alta definición y lo que está por llegar. Se puede alcanzar la veteranía en escenario y no perder la dignidad, más o menos como hace poco nos enseñó James Caan en “El profesor”; Nick Nolte también puede.

En resumen, “Parker” no vale el precio de una entrada, ni verla con muchos anuncios.

Amour


Amor (2012)  Michael Haneke - Austria

Película de premios. Todo en ella está bien, demasiado bien, preparado para servir, caliente o frío, a cualquier hora. Relata la vida como es, al suceder en París nada de lo que ocurre nos resulta distante.

¿Estoy contento de haberla visto?, no. ¿Me ha aportado algo que no supiera o tuviera interés en ver?, no. ¿Es sorprendente en algún pasaje?, no. 

Es una película concebida para ir de festivales, bien interpretada, pero que si tengo 70 años no querría ver ni bajo pena de tortura. No es falsa, es tan cotidiana que te preguntas

¿y qué me estás contando? 

Las actuaciones son excelentes, sobre todo Emmanuelle Riva; próximas a una obra de teatro deprimente, real, y conocida. Desde luego que amor incluye lo que muestra "Amor", pero hay vertientes más amables, completas e imparciales; es más, más que amor, nos traslada en qué nos convertimos y a qué nos subyugamos por amar, que amor propiamente dicho. La realidad que enseña me la sé antes de que la ponga en imágenes, no hay nada positivo en ningún instante, sólo se dedica a mostrar como una llama se apaga pese a desespero y frustración fruto de la resignaciónNo es un amor bidireccional, es un amor entregado, poseído, después de una vida plena, después de una felicidad trabajada y merecida. No la volveré a ver, seguro.

Hay contrastes. Viven en un piso de techos altísimos, de anchos de pasillo inverosímil, pisos parecidos a los del ensanche barcelonés; en contraposición, observas una cocina alejada de nuestra actualidad, no hay lavavajillas, no hay microondas,... no hacen falta, pero en una estancia hay un piano de cola que navega en un mar de espacio y después de tantos años uno tiende a renovar baños y cocina por la mera erosión que ejerce el paso del tiempo, ellos no. Son gente austera, con una vida entregada a las artes, pasión por la música, por los clásicos y por la lectura. No hacen descargas, no hay portátil, no hay internet, no hay televisión, incluso leen el periódico de papel al acostarse, no sé si el director ha pretendido que asistamos también al fin de una era o ha sido casualidad; me olvidaba, sí hay un par de detalles tecnológicos de vanguardia, una cama electrificada, y una silla motorizada que ya habría deseado el Paul Newman de "La última locura".

Eso si, se esfuerza en enseñar a dos jubilados que pagan por asistir a conciertos, que compran CD's y que devoran libros de tienda; podría enseñarnos paseo o mención a la biblioteca pública, de más actualidad hoy que nuestro bienestar tiende a la extinción; pero no, será que algún patrocinador exigirá algún subliminal mensaje del tipo "Si ellos lo hacen, vosotros, todos, también debéis"

Sí hay una gran carga de frustración, desespero y resignación. Ya lo he vivido, como espectador de mi realidad, más de una vez, no me hacía falta que el Sr. Haneke me lo mostrara en sucesión de frames.

Hay trabajos que reciben el mayor elogio sin merecerlo, y éste es un claro ejemplo. Bien filmada, bien interpretada, de fácil guión, todo listo para servir rápido. Sólo uno tiene que mirar su propia vida, y si ha habido amor alrededor de ella ya sabe que es lo que hay, hubo y habrá. Los que no sepan qué es amar tampoco lo van a comprender.

Me parece una película preconcebida para críticos, crítica y exaltación cinematográfica. Para lo que ha hecho ya está la cruda realidad, las fotografías, la memoria y los recuerdos.

Una decepción en toda regla. Amor es mucho más. Amar es la lucha diaria que nos llevará en volandas al final que nos depare el destino.