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jueves, 1 de agosto de 2013

Kon Tiki

Kon-Tiki (2012) Joachim Rønning, Espen Sandberg - Noruega

No conocía la historia. Tampoco sabía de un documental del mismo nombre que ganó un Oscar. Menos incluso acerca de un libro del que se vendieron 50 millones de ejemplares. Algo hay, algo tiene que haber si tanto ruido generó, seguro.

Película de aventuras. Película de una aventura real y creo que no miento si digo poco conocida. Película para pasar dos buenas horas de tarde en compañía de toda la familia.

La fotografía es buena, difícil que sea mala porque los escenarios dónde debe quedar rodada contienen una belleza excesiva, pura y plena. Ha habido algún plano cenital que me ha dado más que lo esperado. Para quien no lo sepa, cenital es un plano con la cámara rodando perpendicular al suelo en el que la filmación va de arriba a abajo. Tenéis un ejemplo en la opinión de “La pianiste”, en una fotografía del teclado del piano, y aquí, en la de la balsa vista desde arriba.

¿Me ha gustado? Sí, pero podía y debía haberme gustado más, aunque igual ya no sería tan “para todos los públicos”

Me quedo con dos escenas. Que nadie sufra que no son spoiler. En una dispondremos de una visión de la inmensidad del océano envuelta en un manto espacial. El movimiento de cámara me ha evocado “2001: Una odisea del espacio” para devolverme de nuevo al Kon-Tiki, un viaje, placentero, de ida y vuelta. Más me ha gustado otra, menos poética, más próxima, en la que Thor nos hará partícipes, saciando nuestra curiosidad, de lo que él -y nosotros también- sabe de antemano, de la que él es consciente antes de partir a una vida de aventura egoísta, que no atiende ni entiende de razones, en la que se cruzan ambición, obsesión, tenacidad y divulgación. Sin ello no existiría la aventura, no existirían aventureros.

¿Los personajes? Correctos. ¿Los actores? Cumplen. Guión y director no nos adentran todo lo que deben en la dificultad de las relaciones personales. En una ocasión mostrará con maestría el sentimiento de temor, un temor eterno, tan eterno y tan insalvable que no traslada razón, ofrece realidad y desesperación, contenida porque no existe distinta solución que la aceptación. La mejor actuación se la cedo, se la concedo, al vendedor de frigoríficos, opinable, discutible, del todo cuestionable.

No concibo que debiera ser una obra de grandes diálogos, caben grandes silencios, entregar al océano el protagonismo que tiene y merece por derecho propio, a su inmensidad y a su silencio, cautivador y aterrador.

También disponemos algún pasaje que pretende convertir la aventura en algo ameno, algo emocionante, hechos puntuales y relevantes pero menores, inferiores al tratamiento filosófico de la amistad, el compromiso, el compañerismo, la confrontación, la comprensión, la introspección, la razón, el temor, la ambición,… a algo que en su día Robert Zemeckis ofreció con su “Náufrago”, y que ahora que me viene a la memoria aprovecharé para volver a ver.

Kon-Tiki fue nominada para el Oscar a mejor película extranjera. Por serio rival tuvo  “Amour” de Haneke, y pese a odiar el cine del director austríaco, la verdad es que no hay color y no admiten comparación. Si fotografía deseamos, saciados habríamos quedado después de la demostración de D. Ang Lee y  su “Life of Pi”, una demostración, para mí excesiva y que a ratos me pareció desmedida, en el mismo hábitat pero con la fortaleza y libertad que permite la ficción.

Te ves de tirón “Kon-Tiki”, “La vida de Pi” y “Náufrago” y no puedes más que echar de menos al Costner mutante de “Waterworld”.

                                   

Película digna, aportará un sentimiento positivo, de reconocimiento, que podemos ver todos juntos en familia y de la que todos sacaremos algo para nuestra mochila, sin pelearnos, que habrá para todos y distinto, este quizás sea su mayor error, la diversidad, eso de “quien mucho abarca poco aprieta”. De apretar, de apretar más, también trata Kon-Tiki. Preguntádselo al vendedor de frigoríficos, a ver qué opina él.