Película interesante. Su hábitat es de gran ciudad, que habla de artistas, de creativos y sobre como el dopaje se hace imprescindible para acompañar ciertos trabajos cuando tienen por sello de garantía la creatividad.
El contexto se adorna con el mundo de la música, gira en torno a qué entienden algunas personas por la palabra "empresa", que aparte de coincidir mi manera de verlo con el protagonista, resulta gratificante escucharlo.
El trabajo de vestuario es más que digno, muy apropiado, en una miscelánea que sólo traslada realidad cotidiana.
Diálogos ingeniosos y posibles, tomas de NY de día y noche que trasladan una ciudad en permanente vigilia, que trasladan una posibilidad de hacer lo que te plazca envidiable, cuando por ejemplo conviven transeúntes y equilibristas de las dos ruedas sin ninguna raya pintada en el suelo que delimite el espacio, un espacio que es de todos y que por encima de todos es de la convivencia, para qué las rayas, para qué las normas, ¡Viva Ender y sus games!
De su director sólo he visto "Once" (2006), de factoría Irlandesa; basada en un entorno similar, la música, una música que le inspira para narrar sucesos de vida y buen cine también.
Pd. Comercializan la música sin intermediarios. Parafraseando a un personajillo que está en mi lista de los 100 más odiados: ¡Al loro!
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