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miércoles, 25 de febrero de 2015

The giver

"The giver" (2014) Phillip Noyce (EEUU) 

La traducción de "The giver" vendría a ser aquel que da, aquel que transmite, el "dador", parecido a un tutor que es albacea de su propio legado. Película que narra, bien, una fábula de interés para las mentes menos corrompidas de los más jóvenes. Su estilo de narración no ha dejado de evocarme “Cloud Atlas”, si bien no admite una justa comparación por el público al que queda destinada. 

Sus mensajes nada tienen en común, una exhibe un círculo que se reitera en el tiempo, la otra trata de hacer ver que todo cuanto tenemos no es malo, que la represión no supone nunca solución -entiéndase lo mismo que inhibición-, que quedar dirigidos por sistemas autárquicos siempre tendrán problemas de naturaleza endogámica; no todos somos sabios, ni todos tenemos pretensión o capacidad para serlo. En un terreno similar habitaría "El bosque" (2004) de M. Night Shyamalan, superior con creces, una obra muy buena y muy mal valorada, que eso guardan también en común ambas películas. En neón tenemos a Meryl Streep, Jeff Bridges, Alexander Skarsgard (prota en True blood, The East) y Katie Holmes; en el epicentro del cuento, Brenton Thwaites. Todos lo hacen bien.

Jeff Bridges se la juega en producción y el cierre de telón corre a cargo de OneRepublic, con un tema adecuado al público en el que debería hacer mella; la música es de Marco Beltrami, que me ha gustado, pero de la que me hubiera sentido más satisfecho con composiciones más minimalistas, menos orquestadas, menos perceptibles; cuestión de gustos, sólo eso.





Dentro de los aconteceres y que pueda ser escrito sin ser spoiler diré que parte de los efectos visuales de la fábula corren a cargo de un hipopótamo de peluche que resulta ser un elefante; en “Elysium” de Blompkamp hay un fragmento perfecto, del que dejo su link. (Como está en inglés, sin subtítulos y no he encontrado por la red ninguna otra versión, en abreviado diré que la niña le cuenta un cuento a Matt Damon acerca de un hipopótamo y una suricata hambrienta, y de como la suricata, a lomos del hipopótamo consigue alcanzar fruta de los árboles; él, interrumpe bruscamente la historia para preguntar: ¿y qué consigue el hipopótamo?, ¿para qué quiere hacerlo?; a lo que la niña contesta: claro que lo desea hacer, consigue a un amigo; gran escena en “Elysium” que aquí se reitera con el peluche, de similar impacto en antagónico medio)

Es una historia contada con pausado ritmo, un pausado que no se diluye, una exposición que no decae en ritmo, que en torno a un trío de amigos nos adentra en la mutación de la sociedad, en sus ventajas y en sus inconvenientes. Una película que huye de acción, transcurre en el mundo del pensamiento, en un entorno de cambio del cambio.

Traslada acertadamente cuestionar tu presente, la inquietud por lo que es tuyo, por lo que percibes es tuyo y, que quien sea te ha negado. Exhibe el gregario comportamiento de una gran fracción de la raza humana, un gregario comportamiento que veo con claridad nefasto cuando los móviles no sean envidia, egoísmo, odio o el empleo de la fuerza para disponer lo que no ha sido nunca tuyo, que en esos entornos también somos capaces de tener gregarias conductas.

Hemos asistido a más de diez horas de proyección de "El hobbit" para que Peter Jackson emplee al espectador al estilo Santiago Segura, además Jackson con el King Kong de por medio, no me viene a la memoria un insulto tan grande a una buena obra, a una historia que en el 1993 se reeditó con mejor gusto pese a que todo el mundo le dio en su día por loar al neozelandés cuya mayor virtud, aparte de sus primeras obras, reside en la inconmensurable “La comunidad del anillo”. Aquí, en hora y media, se ventila el cuento, y tampoco hace falta más. Director y productores no se dan el lujo de tomarnos el pelo como tanto se empeñan muchos otros en nuestros días.

En los créditos aparece la cantante Taylor Swift (ha sido la motivación que he tenido para interesarme por esta película), con un breve rol que no permite opinar nada bueno ni lo contrario, no exige actuar prácticamente y Jeff Bridges se sienta a su lado para que no esté a solas frente a la cámara, frente a la actuación. Esperaremos mejores ocasiones, que las habrá, estoy seguro.

La historia en sí hace aguas por todos los lados, las preguntas serían tantas que no cabe hacérselas, sólo cabe pensar en que dispone todos los elementos para estructurar una crítica accesible, y si no original, si bien servida para el gran público. No es “Distrito 9”, no es “Elysium” tampoco, pero ha su lugar por encima de muchas de las que quedan adheridas al género de la ciencia ficción. En cierta medida expone fragmentos de la obra de Huxley “Un mundo feliz”, en sí no es nada nuevo, el uso del blanco y negro y el color no está todo lo conseguido que me hubiera gustado, pero todos los roles protagonistas, el triángulo Bridges, Streep, Thwaites funciona.

No voy a decir que es una gran película porque sería mentir y lo que es peor, mentirme, pero sí que les digo que es una buena propuesta para niños a partir de los 9-10 años, para que vean y escuchen mensajes envueltos de de carne y hueso, que no sea trasladado por animación, para pasar una agradable tarde de familia y poder comentar qué le ha parecido a cada uno. No se pierde el tiempo mirándola, es un cine de ficción como digo, ingenuo, con un mensaje que me convence, que no es nuevo, pero que está bien exhibido, bien construido para la pantalla.

Oirán o leerán la palabra “distopía” cuando a ella se refieran, para quien no lo sepa, distopía es “Los juegos del hambre”, por citar un ejemplo teen (adolescente) reciente, y vendría a ser un mundo indeseable, un mundo que debe ser mutado, un mundo que debe ser mejorado o reconstruido desde sus cimientos y al que se ha llegado, en la mayor parte de novelas, como la mejor opción de cambio evolutivo del que conocemos en nuestra realidad. Cambio del cambio. Ya se dice que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. Los críticos le dan un aprobado justito, yo no llego al 7, pero paso con holgura el 6.

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