“El reino de los cielos” (2005) Ridley Scott – Reino Unido
- Bien, ¿qué os parece Jerusalem?
- Dios no quiere hablarme, ni siquiera en el
monte, donde murió Cristo, no me ampara la gracia de Dios.
- No es lo que he oído
- Eso no importa, parece que he perdido la fe.
- Yo no doy crédito a la fe. En nombre de ella he
visto a miles de fanáticos, de todas las confesiones, cometer atrocidades.
Demasiada religión en los ojos de muchos asesinos. La santidad está en los
buenos actos, en el valor de proteger aquellos que no pueden defenderse. Y la
bondad. El deseo de Dios está aquí (señala la sien), y aquí (señala el
corazón). Es lo que decidáis hacer cada día lo que os hará un buen hombre, o
no.
“Son mis tierras, qué mérito tendría si no puedo mejorarlas”
Hace nada vi “Exodus, Dioses y Reyes”, del mismo director
con distinto resultado, lástima. Otro día hablo de ella. Fue terminar de verla
y sentir la imperiosa necesidad de revisitar su excelso reino.
Admiro a Sir Ridley Scott, admiro su producción, su forma de
entender el cine, le doy gracias por mostrar en pantalla la épica, por
incorporar guiones que siempre destilan algún contenido útil, de los que
despiertan interés, de los que educan, de los que uno aprovecha para hablar
sobre ética con los más pequeños de forma accesible apoyado en lo visual, en lo
sencillo, en esa ancha línea que separa lo que está bien de lo que no. Me
encanta como sabe dirigirse a distintos targets, como complace por igual. En
resumen, le doy las gracias por tanto que ha aportado y de regalo dejo a quien
no la haya visto, mención a su tremenda ópera prima, “Los duelistas” (1977), una
obra de impresión, con un principio y un final que ya querrían todas, lo
recuerdo ahora y siento en mi cuerpo el frío de los amaneceres en la campiña
francesa de la época napoleónica; que bien tiene que hacerse para que sienta el
frío cuando estoy a 23 grados.
Vayamos a “El reino de los cielos”; hay dos películas, la
que se exhibió en salas, y la posterior versión del director. Todos los que
hayan visto la primera, deben ineludiblemente ver la segunda, la diferencia
entre ambas es abismal, separadas por nada menos que 45 minutos, ahí es nada. La primera vale para pasar el rato y sacar algo para la
mochila, la segunda se encumbra en lo excelso, ofrece el guion que omite en la
primera en beneficio de la imagen, y nos da los diálogos teatrales que
conforman una gran obra.
En su día la vi con prejuicios, estaba en el neón el nombre
de Orlando Bloom, sólo recordar Legolas
me transportaba a brazos de Peter Jackson y se me quitaban las ganas. Qué
equivocado estuve y que contento de estar en error. La película, está dentro de
la mejores de Ridley y como el genio tiene montón, sólo citaré algunas de las
que puede sean menos conocidas o atribuidas: “Thelma y Louise”; “Los impostores”;
“Black hawk down”; “American gangster” y sobre todo, “Los duelistas” como ya he citado.
La película, la versión del Director, tiene un dinamismo y
continuidad sorprendente, no decae en momento alguno, traslada con facilidad,
se suceden distintos acontecimientos de forma secuencial, bien llevada, bien
expuesta, con la maestría que tiene cuando filma lo épico, con su gusto por el
fuego y las flechas, con su cámara narrando una carga desde las pezuñas de la
caballería, haciendo que unos pocos extras llenen pantalla, ahorrando recursos
sin restar épica, con una ambientación que convence, con decorados exigentes y
nada barrocos, con respeto a la historia, en resumen, haciendo lo que uno sabe
que quiere hacer, sin nada improvisado en todo cuanto sea terreno vedado para
la actuación. Excelente.
La música, de Harry Gregson-Williams, pensada, bien elegida, bien acomodada en paraje, situacionalidad, época y acontecimientos.
Actores. Todos están bien. Resulta entre difícil, injusto e
imposible distinguir uno por encima de otro, así la mención debe ser global.
Veremos a un Liam Neeson espectacular, a un Michael Sheen genial (merece
también ser visto en “El desafío. Frost contra Nixon” (2008), otra buena
película muy bien actuada por él y por un inconmensurable Frank Langella), una
Eva Green que seduce lo inerte, que es madre, que es esposa, que es amante, que es mujer, que es hermana, que
es esclava de su condición, ¿libertad?, ¿qué es la libertad?, muchas facetas
tiene la esclavitud sin que prestemos la atención debida; un Orlando Bloom que
dota credibilidad a la función, que suple la ausencia de físico con toda mi
admiración, que maneja espadas a lo “Excalibur” (1981), sin tanto detalle pero
con claros signos de entender las distintas eras que han formado parte de
nuestro pasado; un Jeremy Irons brutal, como suele ser, que por persistente no
menos excelso, un Brendan Gleeson bestial, un Marton Csokas algo por debajo del
resto por no mostrar mayor disimulo en su odio, mayor perversidad en sus actos,
mayor cobardía en su proceder, apreciación muy personal desde luego; en resumen
una orgía en una película que nada guarda en relación a la pornografía, pero que
desemboca en una tremenda bacanal de actuaciones.
Qué decir. Dar las gracias, poco, lo de siempre, pero de
todo corazón a Sir Ridley por tanto que nos ha entregado en una vida dedicada
al cine, que proviene de la publicidad, de la creatividad, de la pasión y el
amor por una profesión; una persona que ama nuestro país, una persona que no
entiende cómo no somos capaces de aprovechar lo mucho que tenemos en España,
que ya existe, que está en nuestra mano y que se adormece cual aeropuerto de
Castellón. Me ofende que gente de talento, personas que expresan sabiduría, nos
den lecciones tan elementales que muestran nuestras carencias de forma que sólo
me permite reconocer su verdad, mi decepción y sentir vergüenza propia,
merecida, laboriosa y premeditada, en resumen, formar parte de la necedad.